Una técnica simple pero sorprendente para revitalizar tu cuerpo es la ducha de agua fría. Alternar temperaturas durante la ducha activa la circulación, fortalece el sistema inmunitario y tonifica la piel. Esta práctica milenaria no solo despierta tus sentidos, sino que también ayuda a mejorar la resistencia al estrés diario.
Si decides incorporar esta rutina, comienza de manera progresiva para adaptar tu cuerpo a los cambios de temperatura.